Ibon Aranberri: Un Artista Vasco que Refleja el Imaginario Colectivo
Nacido en Itziar, Gipuzkoa en 1969, Ibon Aranberri es un apasionado artista vasco cuyo camino en el arte comenzó casi por casualidad, partiendo de su vinculación con el rock radical vasco y las vanguardias históricas. Su formación artística se forjó a través de asignaturas de artes visuales durante su juventud en San Sebastián, y posteriormente, cursando estudios en arquitectura, Bellas Artes y Diseño. Desde muy joven, mostró un carácter y sensibilidad destinados a trazar su camino como artista.
El entorno rural e industrial en el que creció determinó su destino, aproximándose cada vez más a los movimientos rockeros radicales vascos y las influencias de las vanguardias históricas que emergieron en España en los años ochenta. Además, se sumergió en el contexto artístico urbano, participando en proyectos como pósters y murales, disfrutando del ambiente creativo de la ciudad.
En 1993, Ibon recibió una beca Erasmus para estudiar en la Nuova Accademia di Belle Arti de Milán. Posteriormente, participó en el taller de escultura de la École Nationale des Beaux Arts de París y, de regreso a España, en los talleres de artistas vascos como Ángel Bados y Txomin Badiola, quienes lo influyeron en sus inicios junto a otras figuras destacadas de su juventud, como Jorge Oteiza, Iván Zulueta y Vicente Ameztoy.
A partir de entonces, Ibon se negó a establecerse en un lugar fijo, viviendo en distintos países como Japón o Estados Unidos, gracias a su participación en programas artísticos. Su estancia en Nueva York en 2003 y 2004, como parte del programa de estudio del centro de arte contemporáneo PS1, significó un momento decisivo en su vida y obra. Dejó de trabajar en el formalismo para adentrarse en el campo de lo conceptual, fundamentando su imaginario en una relación mental con lo estético. Sus trabajos posteriores se basaron en una investigación previa, convirtiendo este proceso en una parte esencial de su creatividad. Los resultados de esta investigación se plasman físicamente a través de diversos lenguajes artísticos, como la fotografía, la escultura y las instalaciones.
El regreso a su tierra natal fue necesario para Ibon, quien sentía que se estaba convirtiendo en un ciudadano pasivo más en Nueva York. Desde entonces, su obra se ha impregnado de referencias locales.
El trabajo de Ibon Aranberri es profundo y complejo, recurriendo a temas históricos, geopolíticos y artísticos para reflexionar sobre el imaginario colectivo. Su estética objetual, deconstructivista y cargada de materiales acumulados, transmite mensajes renovados. Según el propio artista, las referencias históricas o políticas encontradas en su obra son accidentales, ya que sus creaciones no parten de una motivación temática concreta, sino que la investigación de aquello que le interesa puede conducir a referencias a temas actuales.
En sus exposiciones, se mantiene la misma estética deconstructivista, presentando distintos elementos como fotografías, textos, mapas y libros, que se complementan y tienen entidad propia, sin requerir de recursos explicativos adicionales. Cada presentación esconde un «algo» misterioso, lleno de posibilidades y significados distintos, difíciles de interpretar y que enriquecen la experiencia de sus exposiciones.
Ibon Aranberri es un artista con una visión única, defensor del espacio natural y comprometido con expresar las continuas transformaciones de la tierra. Su obra, llena de coordenadas y misterio, representa una oportunidad para reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro del imaginario colectivo.