Entrevistamos a Patricia Bueno, comisaria de la exposición LOS INVISIBLES

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Hablamos con Patricia Bueno, comisaria de la exposición Los Invisibles, que se inauguró el pasado jueves 19 de enero en la Fundación. ¿Qué podemos encontrar en la exposición?

 

En “Los invisibles” podremos ver el trabajo de cinco pintores con más de 40 años de dedicación plena al arte que, por circunstancias diversas han estado apartados del foco mediático y del sistema artístico, lo que ha dado lugar a que su trabajo tenga un largo tiempo de reposo, mucho conocimiento y reflexión. Hay obras adscritas a distintos ménguales que van desde la figuración a la abstracción pasando por la geometría, el color y el trazo expresionista. Una muestra muy completa que enseña el trabajo de 5 maestros de la pintura, desconocido por las generaciones más jóvenes, a quienes creo que está muestra puede aportar micho.

¿Por qué el nombre de Los Invisibles?

 

Ellos eligieron el nombre para constituirse como grupo, un grupo que como el cóctel de james bond es mezclado, pero
No agitado, pues están juntos porque han coincidido en el espacio y en el tiempo, tienen formas de pensar parecidas, se conocen y tienen amistad, pero cada uno sigue siendo fiel a su propio estilo, estar en grupo no les ha condicionado plasticamente. El nombre lo toman de los irascibles, el famoso grupo de los expresionistas abstractos que en los años 40 del siglo XX se unen para reivindicar su espacio, sin embargo, conceptualmente yo les encuentro más similitud con grupo el jinete azul, pues son personalidades diferentes, unidas con un fin, bajo la consciencia de que hacer grupo supone un acto de fuerza. En definitiva, los invisibles es un guiño a los irascibles, posiblemente bajo la idea de que el sentido del humor es un buen método para llegar a todos los públicos

¿Qué destacarías de estos 5 artistas?

 

Su compromiso con el arte y su manera libre de crear. Estar “ fuera del foco” les ha condicionado a no tener condicionantes, han creado libremente, por autocomplacencia y sin prisa. No están sujetos a modismos, no buscan agradar y sus referentes están en los grandes libros de historia del arte, no en instagram como suele ocurrir a menudo…

A nivel individual, destacaría de isabel Andrada Vanderwilde su fuerza, libertad y valentía en la creación, de Magdalena bachiller su precisión, delicadeza y gran sentido del espacio y dominio del dibujo, de Felipe Candel su elegancia y sutileza, la capacidad de hacer una pintura que se centra en la huella de la propia pintura, de Paco de la Matta la emoción que transmite con su gran dominio de color, brillante y radical radical para hacer una perfecta abstracción minuciosa Y de Zapatero, su maravillosa pintura de factura perfecta y filosofía trascendental, el uso genial del meta lenguaje, con que deja patente su posicionamiento ante el mundo.

¿Cómo ha sido el proceso de selección de obras?

 

Complicado porque su invisibilidad ha dado lugar a muchos años de creación pausada y consciente, por lo que en sus estudios se atesoran auténticas joyas. Seleccionar obras supone sacrificar otras, cuando la calidad artística es tan elevada, elegir se convierte en un gran dilema. A esto tenemos que añadir que en la distribución de las salas era importante la idea de que la presencia de los artistas fuese equitativa sin que fuesen estructuralmente repetitivas en cuanto al discurso expositivo. Además, aunque con lenguajes muy distintos, la gran potencia que tienen sus imágenes ha condicionado que la elección de los silencios visuales fuese también un arduo handicap.

¿Nos puedes explicar de dónde surgió la idea de montar una exposición?

 

La idea de la exposición surge de los propios artistas, que unidos por una amistad de muchos años y con motivaciones similares, cayeron en la cuenta de que quizás unirse como grupo les ayudaría a salir de su situación de invisibilidad ya que no son artistas que se prodiguen mucho por las exposiciones, y esto los tenía algo apartados del foco mediático. Los cinco artistas unidos a Myriam Ruiz- Acal, quien ha sido fundamental a la hora de poner a rodar la iniciativa, llevaron a cabo un proyecto a modo de una especie de manifiesto en el que exponían contextualmente las situaciones que creían les había llevado a esta situación. A partir de ahí contactaron conmigo para comenzar a darle forma a todo esto, un gran privilegio pues, imbuirme en sus historias, sus trabajos y sus procesos ha sido una larga y gratificante labor de la que he aprendido muchísimo.

¿Qué se pretende poner de relieve con esta exposición?

 

Pues esta exposición pretende poner de manifiesto una situación de invisibilidad simplemente. No es una propuesta subversiva ni reivindicativa, no pretende reescribir la historia del efervescente panorama artístico de la Sevilla de los 80, cuando ellos inician sus carreras, pero sí poner de relieve que existen otros artistas de gran calidad, con un compromiso real y prolongado con la pintura que por su personalidad, por sus circunstancias, no han estado adscritos a modas, no han ido bailando al ritmo que les marcaba el sistema del arte, pero que merecen estar ahí.

Ya habías hecho otras intervenciones en estas salas, ¿Cómo es trabajar en la Fundación Valentín de Madariaga y Oya?

 

Magnífico. Contar con el apoyo de una institución es muy gratificante desde el punto de vista de la investigación de las artes y genera impulso para seguir desarrollando proyectos. En cuanto a la distribución, también supone un reto porque la compartimentación en salas implica que el montaje se reflexione y busque el equilibrio. También permite juegos visuales en los recovecos. En los invisibles hay alguno que merece la pena descubrir… aprovecho estas palabras para animar al publico a que lo haga. En cuanto al equipo humano, pues es lo mejor. La acogida e implicación en cada de todos los miembros de la FVMO es formidable, trabajando en sinfonía para que todo quede perfecto, haciendo mención especial a Felipe Lozano, quien se encarga de la coordinación, la gestión y la dirección de todo lo relativo a las exposiciones, cuyo trabajo es fundamental para el desarrollo de cada proyecto.

¿Cómo definirías la labor de un/a comisario/a? ¿Quiénes son tus referentes?

 

Hay muchas formas de abordar el comisariado. Es, por otra parte una gran responsabilidad y un trabajo que requiere de muchos factores personales y de carácter creo, además de aptitudes. Incluso el término resulta grandilocuente y hace plantearse a uno dónde están los límites, pero, en pocas líneas, definiría un Comisario de arte contemporáneo como la persona que se encarga de seleccionar y disponer con claridad y coherencia una serie de obras, de unos artistas, bajo un criterio que tenga como finalidad lanzar un mensaje: conceptual, reivindicativo, estético…. Además de muchas otras cosas que surgen en el camino, y también hay que resolver.

¿Cuál es el papel de un comisario a la hora de articular una exposición para que surja el diálogo entre las obras y el público?

 

Pues ese precisamente, articular un mensaje que trascienda, conecte y repercuta en el espectador. No solo diseña el espacio, también elige la obra y con ella transmite las ideas que le han dado pie a poner en marcha el proyecto. Yo creo, de todos modos que hay dos tipos de comisarios: los que están más en el mundo de las ideas y delegan en personas de su equipo todas las gestiones que tienen que ver con la exposición, que es para mi opinión el modelo ideal, y los que compaginan las ideas con la gestión de todo lo necesario para la exposición.

Ya para terminar ¿Cómo ha sido el proceso de selección de estas obras que conformarán la exposición?, ¿Bajo qué criterios se han escogido?

 

Pues bajo el mío propio, teniendo en cuenta que, al ser la idea importante de la exposición, la INVISIBILIDAD de estos artistas, yo quería que hubiese una representación genérica de sus trabajos, que se mostrasen de » un plumazo» en qué habían estado trabajando todos estos artistas durante tantos años. Sus estilos, sus diferentes facetas y adaptar todas esas ideas al espacio

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