JESÚS MICÓ, PRÓXIMO INVITADO A OPEN PHOTO2018, EN UN TALLER SOBRE FOTOGRAFÍA DE AUTOR Y FOTOLIBRO

JESÚS MICÓ, PRÓXIMO INVITADO A OPEN PHOTO2018, EN UN TALLER SOBRE FOTOGRAFÍA DE AUTOR Y FOTOLIBRO

(En la foto, Jesús Micó, foto de Ángel Medina)

 

Dentro del ciclo sobre Fotografía Contemporánea que desde la Fundación Valentín de Madariaga hemos organizado para este año, bajo el nombre «Open Photo2018» y bajo la dirección y coordinación de Eduardo D’Acosta, se están desarrollando de forma mensual talleres temáticos para profundizar en distintos aspectos sobre el arte de la fotografía.

Para finales del mes de abril, tenemos el curso «Fotografía de autor y fotolibros«, con Eduardo D’Acosta como docente y Jesús Micó como ponente invitado. Jesús nos hablará del Proyecto Kursala; la Kursala es la pequeña sala de fotografía contemporánea de la Universidad de Cádiz (UCA). Pese a su tremenda modestia espacial y presupuestaria, se ha convertido en un referente principal de la fotografía emergente y actual que se realiza en todo el Estado español. En esta presentación, Micó hablará de las estrategias de trabajo que ha llevado a cabo para conseguir que una sala “menor” y de provincias (y su muy modesta colección de fotolibros) se haya convertido en un referente principal de la fotografía de autor más prometedora y renovadora que se realiza en nuestro país. También se realizará un recorrido visual por la colección Cuadernos de la Kursala.

 

Para conocer más y mejor a este invitado de lujo, copiamos y compartimos la extensa entrevista que le acaban de hacer para la feria Art Photo de Barcelona:

Jesús Micó es una de esas figuras que engloban todo el proceso fotográfico actual. Desde la creación a la gestión, investigación y docencia, podemos decir que en su trayectoria se puede analizar el funcionamiento de todo el sistema del circuito más emergente que al mismo tiempo se alimenta de buena parte de su actividad. Tal vez sea su formación en Medicina lo que le permite crear y detectar formas de trabajo y procesos más propios de las ciencias y aplicarlos al mundo creativo, primando el modus operandi y la taxonomía de los proyectos, pudiendo valorarlos de forma rigurosa y constructiva desde esta óptica. Este aspecto hace que vea más allá de la imagen, que busque una coherencia innata en el que le pregunta sobre sus proyectos y que su forma de hacer y ver tenga siempre una peculiaridad que enriquece la crítica. Una crítica a veces dolorosa pero necesaria para muchos proyectos que pasan por sus manos.

En Art Photo Bcn contamos con su colaboración en el comité de selección desde la pasada edición y para esta quinta impartirá un curso intensivo sobre Autoría personal y proyecto fotográfico. Un tema tan amplio como íntimo en el que seguro que surgen cosas muy interesantes y que de paso servirá para que los asistentes puedan mostrar sus proyectos y contar con su feedback. Quien sabe si surgirá algún fichaje de esta sesión… ¡Estad atentos!

¿Cómo es el trabajo desde la periferia? Tu labor en la Kursala ha sido decisiva para su puesta en valor dentro del circuito fotográfico y defiendes su ideario y situación a capa y espada. ¿Ha sido esta situación periférica la que te ha permitido desarrollar una identidad propia tanto en el programa como en el modelo de la Kursala?

Pues me temo que sí, o quizás mejor que temerlo me congratulo de que así haya sido. En principio trabajar desde la periferia geográfica y cultural de todo el sistema del arte y la fotografía de autores españoles suponía un tremendo hándicap. Pese a que Cádiz es una maravilla de ciudad que amo y recomiendo encarecidamente conocer, me permito decir que literal y metafóricamente estábamos en el culo del mundo (alejadísimos de los principales núcleos de poder como son los grandes museos, los grandes festivales, los grandes centros de enseñanza de la fotografía, ya fueran escuelas privadas o facultades de Bellas Artes, lejos de las grandes ferias de arte, de las principales editoriales y entidades de producción de libros de arte, de las imprentas, diseñadores/as gráficos y demás).

Intentar promocionar el proyecto Kursala en esas condiciones era una tarea titánica. Y por ello pensé en la estrategia del fotolibro (dado que nadie iba a ir a Cádiz a ver las exposiciones). Nuestra labor tendría trascendencia extralocal si además de las exposiciones (con influencia sólo local) creábamos paralelamente una colección de fotolibros de autor (y no de catálogos) que viajaría al sistema del arte español, un sistema que no visitaría nuestra lejana y modesta sala. Y pensé en esta estrategia pese a que del fotolibro prácticamente nadie hablaba todavía en el 2009, me permito señalar. No es como ahora. Por tanto decidí arriesgar y apostar todo nuestro posible éxito hacia ese formato prácticamente desconocido por entonces y, para más INRI, dirigir el proyecto Kursala hacia los/las autores/as noveles. Y es que por mi trabajo de profesor por entonces yo ya llevaba años muy en contacto con la fotografía joven (y, por extensión, con todo el valor potencial de la misma -así como con sus perentorias necesidades-). Y, por cierto, también por mi trabajo como profesor yo ya había comprobado cómo a partir de 2007 muchos de mis estudiantes ya se decantaban por presentarme sus trabajos y proyectos finales en formato fotolibro, con maquetas muy acabadas y pensadas. Eran publicaciones muy diferentes (en lo referente a su sintaxis y a su función) a los habituales catálogos de fotografía (que eran los que habían dominado y protagonizado casi en exclusiva toda la historia de la fotografía del siglo XX). Y, por lo general, estos fotolibros eran mucho más interesantes (y prometían mucho como formato). Ésta es una clave fundamental que puede servir como respuesta cada vez que me preguntan por el hecho de haberme adelantado en la Kursala al tan cacareado boom del fotolibro, o haber sido uno de sus más significados y primeros causantes.

Pero además el éxito del proyecto Kursala (que es como me gusta llamarlo) reside también en el hecho de que desde la Universidad de Cádiz siempre tuve una completa libertad para poder hacer algo diferente, confiaron plenamente en mí y me dejaron hacer tan arriesgado experimento (lo que nunca podré agradecer suficientemente). Yo había estudiado en dicha universidad y me había tomado muy en serio mi carrera y por tanto la UCA me conocía bien y sabía perfectamente que lo que yo hiciera en la Kursala me lo iba tomar igual (profundamente en serio).

En cualquier caso -y respondiendo de una manera más concluyente a tus preguntas: lo siento, me pierde la extensión y la aclaración- pienso que estar en la periferia te hace mirar al centro de poder con una visión especialmente crítica y analítica, te hace observarlo y actuar ante él (ante el sistema central del arte español) calladamente y con tiempo suficiente como para adivinar las estrategias de actuación idóneas para terminar adentrándote en él y seduciéndolo. A veces cuando estás dentro de los centros de poder no tienes la perspectiva suficiente como para poder salirte de ellos y mirarlos desde fuera, adivinando cuáles son los posibles resquicios, las pequeñas fallas y fracturas que tienen (los centros de poder) para abordarlos y cautivarlos con proyectos diferentes y renovadores, proyectos que en mi caso siempre van relacionados con la creación joven.

 

Vuestra sala es reconocida por los Cuadernos de la Kursala, una serie editorial abierta y que hace de cada proyecto un concepto diferente en cuanto a acabados y proveedores. ¿Cómo fue hacer que desde la UCA aceptasen este modelo tan abierto? El hecho de que cada autor proponga el equipo que se implica en cada título editado, ¿complica el trabajo o aporta visiones tan variadas como interesantes? ¿Es esta apertura de mente lo que hace posible crecer la red y alimentar el circuito desde una sala pequeña y modesta?

La UCA me fue dejando hacer todo lo que deseaba implementar en la sala. El primer año fue mucho más convencional, era necesario arrancar sin demasiados riesgos, como es natural. Por entonces hacíamos catálogos uniformes, que era la idea inicial de la Universidad. Pero en cuanto me dieron carta blanca la cosa empezó a ser lo que ya todo el mundo conoce. Decidí crear una colección heterogénea de fotolibros de autor en vez de una colección homogénea de catálogos que nos identificara. Insisto en que ahora todo el mundo apuesta por el fotolibro, nadie lo duda; pero no ocurría así en aquel momento histórico de la fotografía. Tampoco en el 2009 había instituciones públicas o privadas que apostaran decidida y firmemente por jóvenes autores/as desconocidos/as. Unos/as autores/as que, además, concebían especialmente sus trabajos para ser formalizados desde el principio de una doble manera, la pared y el libro. Y lo hacían creando una obra pensada ya desde sus fases iniciales para ser desarrollada con esa doble sintaxis, con ese doble formato, con esos dos tipos de narrativa y códigos -tan interdependientes como diferentes y autosuficientes-. Unos/as autores/as que hoy son los/las que protagonizan y definen lo mejor y más granado de la fotografía de creación española, nombres que no hace falta que mencione y enumere una vez más. Ahora todo el mundo apuesta también por esos nombres propios, pero estoy hablando del 2009, quede claro. En aquel momento el sistema no les apoyaba y decidí que la Kursala, en cambio, se centraría en ellos/as. Parece que la arriesgada apuesta ha funcionado.

En cuanto a la idea de trabajo en equipo, siempre aconsejo a los/las autores/as que lo mejor es trabajar de manera conjunta y desde el principio con un diseñador/a, un editor/a y un preimpresor/a. Ese mínimo tándem es muy necesario. Nada de autosuficiencias, por muy preparados/as que estén para ello estos nuevos fotógrafos/as. Doy entera libertad para que elijan ese equipo pero sugiero firmemente esta idea de que mejor que estén presentes los puntos de vista de esos/as diferentes especialistas trabajando en perfecta comunión. Actualmente en nuestro país hay excelentes editores/as, diseñadores/as gráficos/as, preimpresores/as de carácter independiente y con un marcado estilo personal y una gran profesionalidad, muy cercanos/as al producto que buscamos y que investigan y arriesgan, sin dejar de empatizar al máximo con el/la director/a último/a del trabajo que es, por supuesto, el/la joven fotógrafo/a. Es un placer recibir el feedback que me envían estos/as profesionales trabajando con los/las jóvenes autores/as. Un placer ver cómo me explican y conceptualizan las diferentes propuestas para que les dé el visto bueno y mi opinión. Por tanto, quede claro que, cada vez más, no sólo interactúo con el autor/a sino con todo el equipo.

Por último, tenía claro que cada fotolibro debía ser mimado y controlado directamente por el/la artista (desde su concepción hasta su producción física). Cada fotolibro de la colección debía ser un producto independiente de los otros y con una formalización diferente, adaptada estética y conceptualmente a cada obra.

¿Puede decirse que la experiencia expositiva ha quedado relegada por el formato libro que realizáis? Háblanos de la distribución de estos proyectos, ¿el hecho de realizar un envío gratuito de los libros tiene algún hándicap para el autor o para la editorial?

A la primera pregunta debo responder con que en absoluto es lo que se pretende. El proyecto Kursala incluye exposición y libro, no somos una editorial, somos una sala de exposiciones con una línea de publicaciones personal y creativa que ha intentado refrescar y renovar el panorama de la fotografía de autor española desde hace ya una década pero que siempre se corresponden (dichas publicaciones) con lo que se exhibe en sala. O sea que quede claro que el proyecto Kursala tiene una doble función: satisfacer la demanda de fotografía contemporánea en la ciudad de Cádiz (exposición en sala y fotolibro) y promocionar la fotografía novel en todo el Estado (fotolibro).

En cuanto a la segunda pregunta, pienso que no es un hándicap sino un plus añadido del proyecto Kursala porque supone que el/la joven autor/a va a ver su libro en las manos de los/las principales vectores y protagonistas de la fotografía de autor y el arte español. Le hacemos un extenso mailing gratuito que hace que su producto se promocione y viaje de una sola tacada a las manos de varios centenares de destinatarios/as especialistas (galeristas, comisarios/as, investigadores/as, artistas, gestores/as de arte, directores/as de festivales, teóricos/as, etc) de todo el país y algunos puntos de Latinoamérica (incluso le llegan al propio Martin Parr, quien hace bastantes años ya me solicitó estar en dicho mailing y se interesó personalmente por la historia de la Kursala -por lo que fui invitado a dar una conferencia en Bristol sobre dicho proyecto-).

¿Qué ves en un proyecto para que te lo lleves al programa expositivo de la Kursala? ¿De dónde nutres tus proyectos comisariados? Debes de tener una base de datos de fotógrafos bien completa, ¿cómo se puede acercar un autor novel a Jesús Micó?

Lo que busco en todo autor/a es que tenga un evidente sentido crítico. Pero no entendiendo por “sentido crítico” el hecho de empeñarnos en hacer valoraciones negativas de las cosas, lo que la gente suele entender por ser una persona crítica: alguien con una visión negativa de las cosas. No. Nada más lejos que querer decir eso. Entiendo por “sentido crítico” la capacidad de tener visiones privilegiadas de los diferentes temas que uno se plantee, para luego poder así expresarlas acertadamente con tus creaciones.

Por otro lado tengo muy presente el hecho de que estamos trabajando con dos formalizaciones -pared y libro- que son interdependientes, pero que a la vez, deben ser dos productos autosuficientes, con vida autónoma. Cada uno tiene su propia sintaxis, sus propios códigos, recursos y lenguajes. Los proyectos que elijo deben satisfacer de forma plena ambas realidades; por eso no me sirve cualquier proyecto ni cualquier autor/a. Los/las artistas deben estar capacitados/as para resolver acertadamente ambos retos con su obra.

En cuanto a mi base de datos, busco continuamente en la web, por supuesto. Y me escriben. Mi correo electrónico lo tengo reventado siempre. Pero la mayoría de los autores/as que finalmente elijo me llegan por trato directo. Necesito ver bien la obra y al autor/a: en mis cursos (ya sean en la Universidad, ya sean en las escuelas privadas, ya sean en mis talleres y seminarios intensivos por festivales y centros de arte de todo el país) y, sobre todo, en mis visionados. La mejor manera de llegar a un autor/a y su proyecto es en el seno de alguno de mis visionados.

También eres conocido por lo constructivo y rotundo de tus comentarios en algunos visionados, concursos o talleres. ¿Crees que es necesario ir sin paños calientes? ¿Están los autores preparados para que alguien les desmonte algo tan subjetivo como su proyecto? ¿Y para que los alabe? ¿Cómo se puede estar preparado para ambas situaciones? ¿Es tan malo que no te digan nada como que te fusilen el proyecto?

Antes que nada quiero decir que no me siento realizado en absoluto con la idea de machacar a ningún autor/a novel (ni a nadie en esta vida). Ésa jamás ha podido ser mi intención, entre otras cosas por que mi visión no es un dogma, es tan subjetiva como la de cualquier otro/a especialista y por tanto no soy nadie para denostar definitivamente el trabajo de nadie. Solamente me puedo sentir realizado si consigo poner sobre la mesa de análisis ante el/la joven artista mi argumentario sobre su trabajo de una forma completamente razonada y descifrando lo más nítidamente posible los códigos en los que dicho trabajo se ha realizado. A veces sacar a la luz esos códigos es afirmar el planteamiento del fotógrafo/a (lo que les suele halagar bastante), otras veces lo que ocurre es que mi análisis puede cuestionar y replantear los (códigos) que tenía el/la propio/a autor/a en su cabeza o sugerirle unos nuevos. El gran problema habitual es que un/a joven autor/a cree que los códigos que él/ella tiene en su mente sobre su propio trabajo son los mismos que va a percibir la audiencia y, además, sin fisuras. Mi tarea es hacer ver al autor/a que sus propios códigos los puede tener muy preclaros en su cabeza pero que muchas veces puede que en absoluto lo estén (claros) para un observador ajeno de su obra. Y hay que hacérselo ver, porque, si no, la obra no llegará al espectador como él/ella pretende. Siempre sostengo que como visionador/a es necesario tener empatía, me refiero a cierta inteligencia emocional, experiencia profesional, capacidad intelectual, sentido crítico, etc. Eres un examinador/a y como tal has de tener formación, bagaje cultural, vocabulario, capacidad analítica y sintética -ambas-, sensibilidad, debes saber comunicar la información, tener capacidad didáctica…, porque se trata de orientar a autores/as que necesitan ese apoyo.

Desde luego jamás pretendo ser descortés con nadie. Intento tener empatía con quién (¡nada más y nada menos!) me está depositando su confianza para que le de mi feedback. Pero precisamente por respeto al autor/a, hay que ser descarnadamente sincero, lo que no es sinónimo de mala educación y deseo de hacer daño. De hecho siempre busco una salida para el/la autor/a, incluso aunque tenga un nivel bastante bajo. Es más, en estos casos, por razones obvias tienen por delante muchas posibilidades de mejora. Por otro lado siempre intento combinar el rigor teórico con unas gotas de emoción y de pasión porque no creo que sean conceptos antónimos. Quien haya sido alumno mío sabrá que en mis clases hago exactamente lo mismo.

 

Conoces Art Photo Bcn desde su creación y hemos conseguido implicarte a partir de la cuarta edición. ¿Qué papel crees que juegan los festivales como el nuestro en la ciudad y en el circuito fotográfico? ¿Qué le aconsejarías a quien está dudando sobre si participar en un modelo de evento como el nuestro o en uno más grande?

Considero fundamental el trabajo que realizáis ferias y festivales jóvenes y llenos de energía y que atienden a la fotografía novel (PaTaTa de Granada, PhotoAlicante, etc). Todos sabemos que el sistema no apoya especialmente a los/las jóvenes sino que suele apostar por lo seguro, autores/as consagrados/as o de media carrera. Y esto se ha visto potenciado en esta última década durante la crisis. Por tanto todos aquellos/as que si lo estamos haciendo incluso dentro de nuestras limitadas posibilidades (humanas y económicas) somos tremendamente necesarios/as para mantener, renovar y que no se estanque la estructura de la fotografía de autor española. Yo creo que habido un importante relevo generacional que ha pasado prácticamente de los/las grandes como Chema Madoz, Cristina García Rodero, Alberto García-Álix, Fontcuberta y demás a la generación de autores/as que he presentado en mi proyecto para la Comunidad de Madrid (de dos años de estudio) titulado Un Cierto Panorama (en el ensayo teórico que incluye el libro que acompaña a la muestra están enumerados/as con nombre y apellido los/las autores/as que a mi juicio representan a esta nueva generación que ha hecho cambiar de una forma muy significativa la fotografía de autor en nuestro país: atención que en ese texto van muchos más nombres que los 54 autores que se exhibían en la muestra en la sala Canal de Isabel II de Madrid, espero que alguien lo lea, quizás muchos de los/las nombrados/as en ese texto ni siquiera sepan que lo han sido -nombrados-). Por cierto, para la primera itinerancia nacional de la muestra (que se detuvo en el Centro Andaluz de la Fotografía en Almería) ya aumenté e incluí nuevos/as autores/as en la lista y en la sala (todos ellos/as andaluces). Estaré encantado de hacer lo propio en otras comunidades que demanden la exposición, ampliando de forma más específica nuevos/as autores/as de cada contexto geográfico. Lanzo el guante: a ver si alguna institución lee esto y se muestra interesada (como han hecho Madrid y luego Andalucía) en promocionar oficial y decididamente la fotografía novel española. Las itinerancias internacionales ya están en marcha con la AECID, próximamente en Lima y luego en Santo Domingo.

Nada más. Invito a todos/as los/las que estén leyendo esto (si han sobrevivido hasta aquí) a que nos veamos en el seno de Art Photo Bcn 2018 y compartamos unos días de intensa promoción y divulgación de la más interesante fotografía de autor novel que se está haciendo actualmente en nuestro país. El programa promete. Y Barcelona -como siempre- también.