HISTORIA DEL PABELLÓN

La Fundación Valentín de Madariaga-MP (entidad sin ánimo de lucro y de interés general) fijará su sede en el Pabellón que destinará al cumplimiento de sus fines de que son “promover, fomentar, estimular, organizar, coordinar, divulgar y financiar iniciativas y actividades de carácter educacional, empresarial, medioambiental y cultural”. El Pabellón albergará la exposición permanente de las obras de arte de la Colección MP. Una novedosa apuesta por el arte contemporáneo que inicia la familia Madariaga y la Corporación Industrial MP hace algunos años. La utilización del Pabellón permite a la Fundación continuar en el cumplimiento de sus fines en general y desarrollar su actividad expositiva y de divulgación en torno a la Colección MP y a otras colecciones de titularidad privada, que serán invitadas a compartir el espacio expositivo que ocupará la colección de arte .

 

 

 

El ANTIGUO PABELLÓN DE EEUU SEDE DE LA FUNDACIÓN

 

El Pabellón que se halla ubicado a orillas del Guadalquivir, en un lugar emblemático de la Ciudad de Sevilla cruce de caminos entre las Avenidas de María Luisa, La Palmera y Paseo de las Delicias, ocupa el vértice del triángulo formado por el Palacio de San Telmo (sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía), el Parque de María Luisa y la Universidad Hispalense.

 

Con la firma del convenio para la cesión del uso del Pabellón, la Corporación Industrial MP y la Fundación Valentín de Madariaga-MP refrendan su compromiso con la Responsabilidad Social Corporativa muy particularmente con la Ciudad de Sevilla.

 

La Exposición Iberoamericana de 1929 surge con el propósito de abrir nuevas corrientes externas y animar al gobierno para una modernización necesaria de cara al futuro. Con su largo período de gestación (1909-1929), la exposición motivó múltiples frentes de actuaciones urbanas, culturales y administrativas, que transformaron profundamente la Sevilla del primer cuarto del siglo XX.

 

 

Los pabellones de los países que participaron en esta exposición como Brasil, Argentina, Chile, Cuba, Colombia, Perú, Portugal, Uruguay… junto a regiones españolas y provincias andaluzas, se encuentran dispersos por las proximidades del Prado de San Sebastián y el Parque de María Luisa, donado por la infanta María Luisa en 1893 y reformado por el ingeniero francés Jean Claude Nicolas Forestier quién aportó un toque romántico al parque que fue el centro neurálgico de la exposición.

 

 

 

 

La construcción del Pabellón de EEUU comienza a gestarse con la confirmación de su participación en la exposición por parte del Gobierno norteamericano en 1925. La administración norteamericana no permitía la construcción de edificios con carácter permanente en terrenos que no fueran de su propiedad por lo que se llegó a un acuerdo por el que el Ayuntamiento de Sevilla daba una concesión municipal por 75 años y un espacio de 7.000m2.

 

El ex-gobernador de Arizona, Thomas Campbell, fue nombrado Comisario General para el evento. La comisión debía escoger un arquitecto para el diseño del pabellón. Como reconocimiento a la gran influencia que España había tenido en las artes y costumbres norteamericanas se invita a cinco arquitectos que han de presentar imágenes de sus obras más representativas dentro del estilo hispanoamericano. Finalmente se eligió al californiano William Templeton Jonson que basó su diseño en una variante del estilo neocolonial llamado “California Style”. Este estilo retoma la arquitectura colonial, basada en las tradiciones arquitectónicas y de construcción que aportaron los europeos cuando se instalaron en América del norte entre los siglos XVI y XVIII.

Templeton diseñó tres pabellones dos de los cuales tenían carácter temporal y exhibicionista; el pabellón permanente, sede actual de la Fundación Valentín de Madariaga-MP, fue donde se plasmó el estilo español colonial. El pabellón principal, construido en un año por la empresa neoyorquina Dwigth Robinson, se organizó sobre una planta hexagonal irregular donde dos de sus tres fachadas principales asoman a la avenida de María Luisa y al Paseo de las Delicias. El edificio se eleva sobre dos plantas de altura dejando en el centro un patio rodeado de pórticos cubiertos que forman una galería. El sistema constructivo es el mismo que se utilizaba en la época colonial, destacando las vigas decorativas de los salones en caoba y cerrajería de fundición.

En uno de los pabellones provisionales se instaló un impactante cinematógrafo en el que se realizaron proyecciones de documentales y propaganda de las actividades norteamericanas. El segundo estuvo destinado a las instalaciones oficiales donde se pudo admirar el perfeccionamiento alcanzado en Norteamérica en la fabricación de automóviles, industria, comercio, agricultura… También se expuso una réplica en miniatura del Gran Cañón iluminada por 2.000 lámparas.

 

Una vez finalizado el certamen se desmontaron los dos pabellones provisionales devolviendo el terreno que estos ocupaban al ayuntamiento de la ciudad, que lo destinó al Teatro Juan de la Cueva, desaparecido en los años setenta. El pabellón permanente fue convertido en el consulado americano hasta 1986, que se convirtió en agencia consular. En 2006 pasa a ser sede de la Fundación Valentín de Madariaga-MP.

 

Debido a diversas modificaciones como la cesión del suelo que albergaba los dos pabellones provisionales y el ensanchamiento de la avenida de María Luisa se fue reduciendo la parcela del pabellón que en la actualidad tiene 2.620m2.